miércoles, 21 de noviembre de 2012

INVIDERE

Mucho se ha hablado en estas semanas de la solicitud de inicio por parte de la Archicofradía de Vera + Cruz y Oración en el Huerto de Huelva del expte. de Coronación Canónica de su Amantísima Titular, Nuestra Madre y Señora de los Dolores.

Opinar es el libre y gratis, si se opina con fundamentos y con el máximo respeto, pero sin conocimiento de causa, flaco favor le hace al lector y menos sin contrastar la noticia, tal como se publicaba el pasado domingo en un diario de la ciudad, el periodismo puro, duro y profesional, en este caso, brilla por su ausencia. También portales de los que se llaman cofrades en Internet, osan opinar también, sin poseer la información adecuada para posicionarse en este asunto, más bien llevado por la inexperiencia de personas que llevan en este mundo de las cofradías solo 10 años y ya lo saben todo y todo lo han vivido. Iríamos aún más lejos, por la desdicha de no poseer uno mismo lo que tiene el otro, el pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no posee.

Se habla y mucho de la Devoción de una Advocación Mariana, en este caso de Nuestra Madre y Señora de los Dolores (Madre de Vera + Cruz), la historia está para algo más que para estar escrita, también para leerla y hacer juicios de valor sobre ella. Esta, nuestra Historia, no miente, somos las personas las que sin ningún tipo de pudor, y sin ningún tipo de respeto nos dedicamos a tergiversarla.

Para aquellos que osan hablar, sesgadamente, de la Titular Mariana de la Hermandad de Vera + Cruz y Oración, les quiero dedicar en unas líneas, y mostrarle su osadía.

Empecémosla desde principios del siglo XV, cuando la población de Huelva se extiende hacia el sur buscando la proximidad de su ría, lo que motiva la construcción de una segunda parroquia en la ciudad dedicada a la Purísima Concepción, originando el comienzo del culto y de la devoción a Nuestra Señora de los Dolores de la Hermandad de Vera+Cruz, la cual se ve corroborada por los testamentos de Pedro Gutiérrez y José Hernández, ambos redactados en 1583, así como el de 1596 de Francisco Correa. En donde el primero de ellos dispone lo siguiente: “le acompañen y entierre mi cuerpo los clérigos de la parroquia (Concepción), me alumbre con su zera los cofrades de la Vera+Cruz, pongan quatro velas en el altar del Sagrario y otras quatro en el altar de Nuestra Señora de los Dolores”.

Conocemos también el testamento de Doña Micaela Ponce ante D. Juan Francisco Gallego de Tovar de 28 de enero 1744, donde se instituye una memoria por su alma “el viernes en que se zelebra la funzión de Ntra. Sra. de los Dolores, en su altar de la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción”

Se constata que esta Avocación Mariana procesiona bajo palio en el siglo XVIII. La talla de esta imagen según un testamento de D. Pedro Álvarez y de Soto, fechado en 1770 era obra del escultor Blas Molner (1737-1812),

Ya en el reinado de Isabel II, es cuando tenemos conocimiento de la celebración anual de un Solemne Septenario a Nuestra Señora en los días previos a la Semana Santa. Concretamente conocemos las cuentas del Sr. cura párroco D. Luis Ortega de 1862 donde se indica que se gastaron 40 reales en “madera y trabajo para componer el paso donde se coloca la Virgen”

Podríamos seguir y no acabaríamos nunca, escribiendo nuestra Historia, casi cinco siglos de devoción a una Advocación Mariana, y tal como dictan las normas, esta goza incontestablemente de probada devoción (desde sus inicios hasta su estado actual). No se mide la devoción hacia una Imagen, en un momento del día, semana, mes o año. No nos equivoquemos, no es más ciego el que no ve, sino el que no quiere ver.

lunes, 12 de noviembre de 2012

MAS CLARO EL AGUA....

Adjunto os dejo un articulo realizado por Manuel Gómez Beltrán, en relación a el NO que los hermanos de los Judíos dijeron a la Coronación de su Amantísima Titular, el artículo no tiene desperdicio, más claro y más alto no se puede decir, sirva de aviso para navegantes....

jueves, 2 de febrero de 2012

UN NO IMCOMPRENSIBLE


Vaya por delante que la decisión adoptada en el cabildo general de hermanos de una cofradía reglamentariamente convocado y celebrado es sagrada, incuestionable. Aunque no necesariamente tenga que ser incontestable.
Nos guste o no, la decisión soberana tomada por los hermanos de una corporación constituidos en asamblea debe ir a misa. Lo triste, lo malo, lo verdaderamente incomprensible, es que a veces la decisión de un cabildo vaya en contra de los propios intereses de la hermandad.

Habéis acertado si pensáis que me estoy refiriendo a lo sucedido en el cabildo extraordinario que la junta de oficiales de gobierno de la hermandad de los Judíos, la querida hermandad de la Merced, convocó pidiendo autorización para iniciar los trámites de la coronación canónica de María Santísima de los Dolores, su sagrada titular.

No puedo saber lo que allí ocurrió, ni escribir con conocimiento de causa, ni sé qué motivos (a lo mejor respetables) habrá llevado a que mayoritariamente los hermanos de la cofradía Servita hayan votado que no a la (en un principio ilusionante para cualquier hermandad) labor de conseguir la Coronación Canónica de su imagen mariana, máximo honor dispensado por la Iglesia para un icono de la Virgen. Pero no me negarán que es cuanto menos desconcertante, y sospechoso.

De unos años a esta parte (no es el primer caso) se han desarrollado cabildos generales donde han sido rechazadas propuestas presentadas por la junta de gobierno por el mero hecho de oponerse a su gestión, aunque la hermandad salga perjudicada, y aludiendo a cualquier motivo, como pueda ser un defecto de forma al convocarse el cabildo que incluso puede ser verdad, pero no nos engañemos, los motivos no son otros que tumbar al hermano mayor de turno, mostrar músculo de un grupo de “indignados” y por medir las fuerzas de ese grupo en el seno de la hermandad ante unas futuras elecciones, por reventar el cabildo vamos.

Una vez más los cofrades mostramos nuestra verdadera cara. Otra vez las hermandades copian a los políticos que votan a favor de su partido (que viene de parte) y no por el bien general, que en este caso sería la hermandad. Anteponemos nuestro sectarismo y nuestro ego al bien colegiado.

La Coronación Canónica de la imagen de una cofradía debe suponer una empresa donde confluya toda la fuerza y todo el entusiasmo de sus hermanos trabajando por el mismo fin, aunando voluntades, haciendo realidad cada día ese ilusionante proyecto, caminando juntos tras un mismo fin, construyendo a la hermandad, no destrozándola reventando los cabildos, remozándola desde sus mismos cimientos, y haciéndose merecedores de esa sagrada distinción para su titular. Y lo que es más importante, consiguiendo el reconocimiento de la sociedad, de los que nos ven desde fuera que no entenderían una Coronación (y en los tiempos que corren, menos) donde solo transcendiera una ceremonia, más o menos solemne, y la consabida procesión extraordinaria de regreso.

Porque vamos a dejarnos de milagritos reconocidos, de antigüedades demostradas y de contrastada devoción a una imagen. Hoy en día se corona a una Virgen si la hermandad de la que es titular es capaz de llevar a cabo una serie de condiciones (la obra social debería ser la primera) que en nada tienen ya que ver con estos trasnochados requisitos, sino con el trabajo en unión que demuestren con sus hechos que la hermandad es válida para la Iglesia (y para el Mundo) en el siglo XXI.

Por eso hay hermandades que actualmente, y de momento, no podrán ver coronadas sus imágenes marianas por esa división impropia en un grupo de hermanos y de católicos que harían imposible cumplir con la hoja de ruta de toda una Coronación Canónica. No por otra cosa.

Insisto que hablo sin conocer lo que realmente haya podido pasar en el cabildo de los Judíos. Tengo amigos apreciados en esa para mí muy querida hermandad de la Virgen de los Dolores (fue la primera imagen que tuve el honor de vestir, y eso marca), seguro que algunos a favor y otros en contra de la coronación, que espero algún día me puedan aclarar lo ocurrido, porque no le encuentro explicación alguna. Aunque me las malicie.

Que la Virgen de los ojos más oscuros, la del llanto más profundo y la mirada más triste, a la que ya Dios nuestro Señor coronó en el Cielo pero que, al parecer, nosotros no queremos coronar en la Tierra, nos perdone. Señora, Tú ya sabes cómo somos los cofrades. Mater Dolorosíssima, ora pro nobis.

Publicado por Manuel Gómez Beltrán en 08:40   Por si quereis consultar su blog, os dejo el enelace:   http://murolamentacion.blogspot.com.es/2012/02/un-no-imcomprensible.html