Para entender este artículo al final os dejo varios enlaces con los que podéis comprobar lo que yo viví en los años noventa y pude sentir debajo del Palio de Rocío y Esperanza de la Hdad. del Calvario de Huelva, con una primera de lujo en el que estaban Antonio Guerra, Pablo de la Corte, Antoñito Rubio Emilio Vázquez, Soria el gitano y un servidor, en una esquina de la calle Rábida, justo a la altura del bar Agmanir en una revira interminable, en la cual se paró el tiempo, donde me di cuenta que existían varias clases de capataces, cada palabra que salía por la boca de este maestro era poesía pura, parecía que sus palabras venían desde el cielo, para dar ánimos a unos hombres que llevábamos algunos años de costal, sin lugar a dudas fue unos de los mejores momentos que pasé en una trabajadera empujando para arriba como el que más, al son de una voz del cielo, que rezaba por todos nosotros. Mi humilde y pequeño homenaje a Manolo Santiago, Capataz de Capataces. Gracias por haberme enseñado lo que es sentirse costalero.
Hay que reconocer que fue un momento de los que quedan en la memoria para siempre.
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